El envejecimiento generalmente supone la pérdida de amigos, familiares y cónyuges, y si a eso se le une la falta de ingresos suficientes, la vida de los adultos mayores puede tornarse tormentosa.
“Ha habido una tendencia creciente a disminuir o a visibilizar menos la responsabilidad que el Estado cubano tiene en la protección social de la población en su conjunto y, en particular, de las personas mayores, que es el sector poblacional que más crece”, indicó a Martí Noticias la socióloga Elaine Acosta, directora de Cuido60, un observatorio sobre envejecimiento, cuidados y derechos en la isla.
Acosta enfatizó que el 25.7% de la población cubana tiene más de 60 años: “Muchos de ellos se encuentran viviendo solos y el problema no es que estén solos, sino que, frente a la profunda crisis que, en todos los ámbitos de la sociedad, se está experimentando, que las personas mayores se encuentren solas quiere decir que cuentan con menos recursos y apoyo para la sobrevivencia cotidiana en la isla”.
En esta situación de vulnerabilidad, los ancianos son más propensos a sufrir abusos, robos y otros tipos de victimización.
La inflación y la falta de acceso a bienes y servicios básicos, afectan con mayor rigor a los ancianos que viven solos, que en la mayoría de los casos fueron abandonados por sus familiares ya sea porque emigraron o por las estrecheces económicas.
De igual forma, ven limitado el acceso a servicios de salud ya de por sí deficientes, y muchos ancianos sufren enfermedades que dificultan su independencia.
“Están experimentando, de manera cada vez más creciente, una serie de vulneraciones en sus derechos más básicos y en los derechos civiles y políticos que han agravado sus condiciones de vida, deteriorando, significativamente, la calidad de vida de estas personas desde el ámbito de la alimentación, la salud, la información, la recreación, y la protección social en general”, enfatizó la especialista.
Desprotección frente al maltrato
Todo esto puede llevar a problemas de salud mental y aislamiento empeorados por la desprotección del Estado.
“Desde Cuido60 queremos hacer una alerta sobre el abuso y el maltrato hacia la vejez en Cuba”, subrayó la especialista citando dos informes emitidos por la organización que encabeza.
En este sentido, se refirió al maltrato que ocurre en el ámbito doméstico y familiar, que muchas veces es ocultado, así como el maltrato institucional, ya sea en hogares de ancianos u otros servicios públicos.
La socióloga destacó la disminución del presupuesto que se invierte en los ancianos, debido a que la crisis económica en Cuba ha obligado a realizar ajustes fiscales que han afectado los servicios y subsidios destinados a la población en general, incluyendo a los adultos mayores.
El costo de vida ha aumentado considerablemente y ha provocado que los aumentos en las pensiones sean insuficientes para cubrir demandas elementales.
Las académicas Alina Bárbara López Hernández y Jenny Pantoja Torres, junto a otros intelectuales y activistas piden el día 18 de cada mes, un grupo de medidas entre las que está que el Estado no se desentienda de la crítica situación de ancianos, pensionados y familias que están en pobreza extrema.
Organizaciones de la sociedad civil independiente han reiterado que en la isla se requieren políticas públicas integrales que atiendan las necesidades de los adultos mayores vulnerables, incluidos servicios de salud, apoyo económico y redes de apoyo social.
Aunque Cuba cuenta con un marco legal que, aparentemente, garantiza el bienestar de los adultos mayores y el régimen presume de programas y servicios dirigidos a la atención de este sector, como los círculos de abuelos y centros diurnos, el alcance de estos espacios es muy restringido.
Autoridades de Salud reconocen que los programas oficiales como el de Atención al Adulto Mayor se enfrentan a serias dificultades como la escasez de personal, deterioro de la infraestructura y una insuficiente cantidad de plazas en casas de abuelos y hogares de ancianos.
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